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20 Febrero, 2016
La artrosis, en cualquier localización, es una enfermedad que afecta a un porcentaje muy elevado de la población y se está observando un aumento de su prevalencia quizás justificado por la mayor esperanza de vida y por la mayor participación en acitividades deportivas. El cartíalgo articular tiene poca capacidad de reparación espontánea tras su lesión.
Los distintos enzimas proinflamatorios que se generan en la articulación artrósica interfieren en la síntesis de ácido hialurónico y disminuyen la viscoelasticidad del líquido sinovial.Todo ello contribuye a la alteración de la homeostasis articular.
Desde hace varios años disponemos de tratamientos farmacológicos que intentan disminuir el dolor, la inflamación y mejorar la disfunción física derivadas de la artrosis aunque no han demostrado ser capaces de cambiar la historia natural de la enfermedad.
El aporte exógeno de Glucosamina, Condroitin sulfato, ácido hialurónico, factores de crecimiento, células madre o una mezcla de todos ellos, pretende mejorar esa homeostasis articular alterada en la artrosis.
Sin embargo, hasta la fecha, los distintos estudios o análisis clínicos muestran unos resultados muy discretos en cuanto a su efectividad, demostrándose, en algunos de ellos, reducciones del dolor de alrededor de un 20 % y dudosas mejorías en las escalas de valoración funcional que, incluso, también se consiguen con la utilización de placebos.
Siguen buscándose tratamientos paliativos, eficaces y seguros, para esta prevalente y crónica enfermedad.
Las recomendaciones genéricas tales como el correcto control del peso; la práctica regular de ejercicios de bajo impacto ( caminar en llano, bicicleta estática, natación, Tai chi, yoga, gimnasia suave), evitando posturas forzadas, deben de seguir siendo el pilar básico del tratamiento de la artrosis.
Buenos días